viernes, 19 de abril de 2013

"Lobos" de Donato Carrisi




Atentados, asesinatos, muertes violentas. Son, por desgracia, habituales en las noticias de cada día, continuo objeto de estudio y fuente inagotable de inspiración literaria. ¿Por qué se mata? ¿De dónde surge el instinto asesino? ¿Qué lleva a un hombre a dar muerte a otro como un animal? Nadie ha conseguido responder con exactitud a estas y otras cuestiones  y, como todo lo desconocido, resulta un campo abierto a la imaginación y a la especulación.

Hoy os traigo una novela con aspiración –lograda- de ser un best seller más y con un asesino en serie más.  Hasta aquí nada nuevo, salvo porque Carrisi demuestra una especial habilidad para jugar con el género. Se presenta en esta primera novela con el bagaje de su experiencia como guionista de televisión y especialista en Criminología y Ciencias del Comportamiento, y resulta evidente que domina perfectamente la técnica de los golpes de efecto. Dosifica la historia a su antojo, maneja a sus personajes como un prestidigitador, y como consecuencia, despista completamente al lector. El resultado es una novela absorbente, que se lee con el corazón en un puño, y deja un cierto regusto de “tomadura de pelo”. Y ahora os explico por qué...

Un grupo especializado de homicidios busca a un asesino en serie que ha dejado enterrados los brazos de seis niñas, pero sólo se han denunciado cinco desapariciones, lo que implica que la sexta sigue aún con vida. La suerte de esa última pequeña mantiene en vilo la historia que se sostiene además con la sucesiva aparición de los cadáveres del resto de víctimas. Como en muchas de estas novelas, sobra el sadismo y la crueldad de los asesinatos, aunque hay que reconocer que Carrisi no se recrea en exceso al describirlos. Pero sí destaca la habilidad del asesino para burlar a los investigadores, dando siempre un paso por delante de ellos, de modo que consigue dotarlo de una inteligencia superior que podría confundirse con admiración. 

Todos los policías cuentan con sus propios problemas personales: la protagonista es una joven con una traumática experiencia, íntimamente ligada con los crímenes, y el resto viven en un peligroso equilibrio entre el bien y el mal. El cerebro del grupo no es un policía, sino un profesor especialista en criminología que da, al comienzo de la historia, una de las claves para entender a los asesinos en serie:

“Los llamamos monstruos porque los sentimos lejos de nosotros, porque los queremos distintos. En cambio, se nos parecen en todo.”… “La sociedad pretende que el mal extremo no pueda ser explicado, y no pueda ser comprendido. Intentarlo quiere decir buscarle también una justificación”.

Más adelante, cuando la historia avanza, comprendemos esta otra afirmación del criminólogo: “Convivimos con personas de las que creemos conocerlo todo, pero en realidad no sabemos nada de ellos…” La explicación de esta idea es evidente. Todos podemos matar, somos potenciales asesinos, si contamos con la motivación o la estimulación suficiente. A nuestro lado conviven “lobos” y esta es la novela sobre un líder de la manada.

El planteamiento es interesantísimo y se desarrolla de forma excelente en la mayor parte la de novela. El problema son los excesivos giros en el relato y en las actitudes de los personajes, todo en aras de la potenciar la tensión. Los efectos llegan a ser tan inverosímiles al final que, cuando el lector comprende que se le han caído todos los esquemas, debe retomar la historia sin apenas tiempo para asimilarla en el último capítulo. Queda la sensación de que el autor ha dado pistas demasiado engañosas y deja ese regusto de “tomadura de pelo” que os comentaba al principio. Un uso más moderado de los fuegos de artificio le hubiera dado más credibilidad a la historia sin perder la intriga, aunque tal vez sea demasiado pedir a cualquier aspirante a súper ventas. Salvo por esto, el conjunto es realmente atrayente, sobre todo para los apasionados de las emociones fuertes, y Donato Carrisi un autor para tener en cuenta cuando os apetezca pasar unas horas conteniendo la respiración.




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