Leo desde que tengo uso de razón y leer me ha ayudado a
mantener la razón muchas veces. Mis mejores recuerdos de infancia me sitúan en
la biblioteca ocupando las horas entre libros, mientras el resto de niños de mi
edad pateaban las calles, feliz y ansiosa tras la búsqueda de mi particular
tesoro. Aquel tesoro plasmado en papel que me hacía perderme sin respiración, deseando más, entre las historias, adorar u
odiar a sus personajes, saborear las emociones que me provocaban ideas, frases,
palabras… Siempre palabras.
Ahora continúo perdiéndome entre las estanterías de la
biblioteca. Paseo al azar y toco los libros: huelo, acaricio y leo. A veces me detengo
en una letra y curioseo el título, el tema, la reseña de la contraportada o la retórica promoción de un escritor que después cumple o no con las expectativas. Siempre me divierte la “tiranía” del
orden alfabético que une a extraños compañeros. Me divierte comprobar la
curiosa contradicción de encontrar a autores tan peregrinos como la “osada”
escritora de un libro titulado “De que
hablan las mujeres en el baño” junto a las obras completas de Mariano José
de Larra, por ejemplo. Me divierte imaginar si ambos tendrían algo en común que
decirse, si habría algún diálogo provechoso entre ellos. Me divierte imaginar,
así, simplemente. Y esa pasión es imparable. De modo que busco y leo un libro
tras otro, de todo tipo, sin rechazar ningún estilo. Y ya hace tiempo, perdí la
cuenta de todos los que han desfilado por mis ojos y he tenido entre mis manos.
Recuerdo a los que me dejaron una sensación profunda y olvidé sin remordimientos, a los que sólo me suscitaron indiferencia o aburrimiento. Pero nunca dejé de buscar grandes o
pequeñas historias en endulzaran, alegraran o intensificaran mi vida.
Creo que, mientras viva, jamás podrá abandonarme la sensación de que en una
de esas estanterías me espera otro libro inolvidable, un libro que, pasado su
tiempo, ya no forme parte de los bloques de libros promocionados en las librerías
o centros comerciales. Con tanto valor o más que cualquiera de los que se
venden masivamente o ganan premios literarios. Por eso quiero compartir con
vosotros algunos de los libros que leo, algunos de mis “tesoros” de biblioteca. Tal vez
juntos encontremos uno nuevo para guardar en el cofre de la memoria y
rescatarlo de su paciente espera de un lector, en cualquier estantería de
alguna biblioteca.
Gracias por acompañarme.
Bueno, pues seguiré tus pasos a ver a dónde me llevan.
ResponderEliminarIntentaré ver que buenos libros recomiendas.
Saludos.