lunes, 8 de abril de 2013

Sobre este blog





Leo desde que tengo uso de razón y leer me ha ayudado a mantener la razón muchas veces. Mis mejores recuerdos de infancia me sitúan en la biblioteca ocupando las horas entre libros, mientras el resto de niños de mi edad pateaban las calles, feliz y ansiosa tras la búsqueda de mi particular tesoro. Aquel tesoro  plasmado en papel que me hacía perderme sin respiración, deseando más, entre las historias, adorar u odiar a sus personajes, saborear las emociones que me provocaban ideas, frases, palabras… Siempre palabras.

Ahora continúo perdiéndome entre las estanterías de la biblioteca. Paseo al azar y toco los libros: huelo, acaricio y leo. A veces me detengo en una letra y curioseo el título, el tema, la reseña de la contraportada o la retórica promoción de un escritor que después cumple o no con las expectativas. Siempre me divierte la “tiranía” del orden alfabético que une a extraños compañeros. Me divierte comprobar la curiosa contradicción de encontrar a autores tan peregrinos como la “osada” escritora de un libro titulado “De que hablan las mujeres en el baño” junto a las obras completas de Mariano José de Larra, por ejemplo. Me divierte imaginar si ambos tendrían algo en común que decirse, si habría algún diálogo provechoso entre ellos. Me divierte imaginar, así, simplemente. Y esa pasión es imparable. De modo que busco y leo un libro tras otro, de todo tipo, sin rechazar ningún estilo. Y ya hace tiempo, perdí la cuenta de todos los que han desfilado por mis ojos y he tenido entre mis manos. Recuerdo a los que me dejaron una sensación profunda y olvidé sin remordimientos, a los que sólo me suscitaron indiferencia o aburrimiento. Pero nunca dejé de buscar grandes o pequeñas historias en endulzaran, alegraran o intensificaran mi vida.

Creo que, mientras viva, jamás podrá abandonarme la sensación de que en una de esas estanterías me espera otro libro inolvidable, un libro que, pasado su tiempo, ya no forme parte de los bloques de libros promocionados en las librerías o centros comerciales. Con tanto valor o más que cualquiera de los que se venden masivamente o ganan premios literarios. Por eso quiero compartir con vosotros algunos de los libros que leo, algunos de mis “tesoros” de biblioteca. Tal vez juntos encontremos uno nuevo para guardar en el cofre de la memoria y rescatarlo de su paciente espera de un lector, en cualquier estantería de alguna biblioteca.

Gracias por acompañarme.




1 comentario:

  1. Bueno, pues seguiré tus pasos a ver a dónde me llevan.
    Intentaré ver que buenos libros recomiendas.
    Saludos.

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