miércoles, 4 de diciembre de 2013

"El Tesoro" de Eduardo Lagar


“¿Puede una mentira construirse con mil pequeñas verdades?” Seguro que se nos ocurren incontables respuestas para esta inquietante pregunta. Y probablemente todas dependerán de la mentira, de quién la formule, de cómo se construya y de quién se la crea. Esa intriga es el telón de fondo y el hilo conductor que emplea en su primera novela el periodista Eduardo Lagar para construir un entretenido enredo, vestido de mentiras, que disfrazan y ocultan grandes verdades. Esta vez no os traigo comentado un libro de la biblioteca, pero por su genialidad confío y deseo que esta historia esté en todas ellas a partir de ahora.

La trama arranca de una misteriosa y antigua historia sobre un tesoro desaparecido, propiedad de un idolatrado político y pensador de la época de la Ilustración, Nicolás de Castellanos (“alter ego” de Gaspar Melchor de Jovellanos) Pero no se trata sólo de la simple búsqueda de un hallazgo de valor histórico, sino de la implicación en una gran mentira de una ciudad y sus habitantes, poniendo en evidencia, miedos, ambiciones y envidias. De este modo, van a desfilar por las páginas de la novela políticos corruptos, dirigentes locales con tendencias megalómanas, arquitectos visionarios y periodistas al servicio de su ego.

“Quien tiene un amigo tiene un tesoro” y yo he cumplido a rajatabla el refrán. Gracias al privilegio que me concedió Eduardo pude leer la novela antes de que se presente el próximo día 12 de diciembre en Oviedo. No me costó esfuerzo de tratar de ser objetiva y asegurar que me había encantado por su calidad literaria, el juego de inteligencia que propone al lector y el entretenimiento de principio a fin. Y soy objetiva también si afirmo que se lee de un tirón y que impresiona tanto como divierte.

Me quedo con la soberbia descripción de los egos que protagonizan la novela, todos intentando pisotear con sus miserias a los de abajo, como en la cruda realidad. Personajes megalómanos que están dibujados con una afilada precisión y, lo que es mejor, con una insuperable ironía. Marca del autor es manejar ideas dejando caer las palabras en el momento justo, bien sazonadas de sarcasmo, ironía o humor para conseguir el máximo efecto. Tal vez, la mejor forma de ejercer una crítica y transmitirla de una forma profunda y efectiva y, sin duda, la más divertida.

El humor suaviza también algunos momentos de crueldad, necesarios para comprender la historia, los personajes y el trasfondo que encierra. Nos acerca una realidad que demuestra que los aspirantes a dioses y mesías nos han gobernado en todas las épocas y los hemos adorado con profundo e ignorante fervor. Quedan muchas capas de mentiras que rascar todavía y nunca llegaremos a todas, ni a las de antes, ni a las de ahora.

Para que podáis conocer mejor la novela y al autor (un tipo genial, ya os lo adelanto) aquí tenéis una completa página web y un fantástico booktrailer. Hasta la foto de la portada tiene su intrigante razón de ser…


Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo hice.






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