Los libros no cambian, todos lo sabemos. Desde la primera a la última página conservan las mismas palabras e idénticas intenciones. La voluntad del escritor se mantiene intacta y protegida desde la dedicatoria hasta el punto final. Ese es uno de los grandes consuelos que siempre encontré en los libros. Como todos, sabía que podía volver a abrir una de sus páginas y releer aquella frase o aquel párrafo que me había fascinado. Sabía que, si los necesitamos, están con nosotros, inmutables, eternos: las letras en orden, los sentimientos precisos, las historias acabadas, los personajes vivos. Y como todos, sé que somos nosotros quienes cambiamos. Las palabras adquieren nuevos significados al pasar los ojos y los años. Las letras se trasforman con nuestras experiencias, se visten y se disfrazan de otras sin dejar de ser las mismas, jugando en nuestra imaginación. Y su magia se renueva constante, mientras fluye imparable, mientras se crea y renace de nuevo.
Es la magia inmortal que enamora a todos los que amamos los libros.
Ahora, mis lecturas se trasladan a otro lugar. Nada cambia; solo se verá igual o distinto, -todo depende-, en la esencia del juego, la lectura y su mágico poder.
Si queréis seguir acompañándome, aquí estaré con nuevos libros.
http://memoriasdebiblioteca1.wordpress.com/
Un abrazo y gracias por la compañía.