“El título
quizá sorprenda, pero hace honor a su contenido”. Así presenta
Julio Llamazares esta recopilación de doce relatos y una fábula, publicados en
2011, que comparten la misma visión de la vida: mucha pasión… para nada. El
autor añade en su prólogo un argumento que me empujó definitivamente a leerlos: “En una época como ésta, en la que los
escaparates de las librerías están llenos de libros de autoayuda y de novelas
de entretenimiento, quizá parezca un error de bulto perseverar en el nihilismo…”
Pero no lo es.
Supone un soplo de aire fresco y un baño de
realidad entre tanta fingida sonrisa y tanto forzado positivismo, encontrar personajes
que se enfrentan a ilusiones o deseos perdidos, que se ven sometidos a las
circunstancias y son superados por ellas, que comprueban que la vida nos maneja
a veces a su antojo, sin que podamos evitarlo. Todos comparten una pasión y la
viven pegados a la realidad, unidos a ella: a la vida y a la pasión que forma
parte de ella “y que no nos permite
seguir viviendo, pese a que conozcamos su inutilidad”.
Los relatos arrancan con la historia del
penalti fallado por Djukic en 1994, que le costó la liga al Deportivo de La
Coruña. Todo el cúmulo de recuerdos, emociones y sensaciones que desfiló por la
cabeza del jugador en esos momentos de intensidad plena, mientras un estadio
contenía la respiración, se desgrana en el relato que va creciendo en
intensidad hasta el instante final, con Djukic arrodillado en el césped,
deseando huir y recordando “lo que su padre solía decir cuando la vida
le golpeaba como a él ahora: tanta pasión para nada.”
Por el libro desfilan, después, un anciano que
reencuentra al amor de su juventud antes de morir; un conductor que escapa del
aburrimiento y la rutina con música y kilómetros por delante; un periodista de
la vieja escuela con la carrera agotada que se enfrenta a una Navidad solitaria;
un escritor que lucha contra la falta de inspiración y otras intensas historias
de ausentes y secretos, por fin revelados, de la Guerra Civil.
Julio Llamazares retrata a sus personajes con
el detalle justo y sin aspavientos emocionales, pese a las derrotas y
decepciones que viven. Va hilando de forma ligera las frases, con pocos puntos
y pausas medidas, como si la historia fluyera de su propia voz, mientras nos
mira acodado en la barra del bar. “Porque
un cuento –ya se sabe- no es el tema, ni siquiera su argumento o su estructura,
sino la trama que va creciendo a medida que sus hilos se entrelazan entre ellos”.
Así lo describe el escritor del relato y Llamazares hace honor a su propio
criterio. Y añade una frase certera: “La literatura no era un oficio… sino una
destilación paciente de palabras.”
De todos, me impresionó -por la fuerza de la
metáfora- el relato titulado “Historia
del hombre que quiso parar el mundo”. Un tipo gris y anodino que había sido
el último en ejecutar “la suerte taurina de don Tancredo” antes de que se
eliminara por su peligrosidad. Consistía en hacer la estatua en el centro del
ruedo y esperar, subido a un pedestal, la embestida del toro. La vida de este
hombre se para, al final, frente a un tren y tan sólo es mencionada en una
noticia breve perdida entre los sucesos del diario. Muere tal como había sido
su vida, la de él y la de otras tantas vidas y pasiones…
“… Un
continuo deslizarse hacia la nada, la pasividad total, hacia la estatua que
siempre fue, no solo ante las vaquillas que lidiaban en la fiestas de la plaza
de toros de su pueblo, sino en la vida, a la que siempre se enfrentó a pecho
descubierto, tan grande fue su valor, sin saber que la vida no se detiene como
los toros y pasa por encima de quien se atreve a enfrentarse a ella.”
La fábula final del libro, titulada “El día de mañana”, es tan breve como
explícita. El broche perfecto de realidad.
“Mis padres
se pasaron la vida pensando en el día de mañana. Tú piensa en el día de mañana;
tú ahorra para el día de mañana, me decían. Pero el día de mañana no llegaba.
Pasaban los meses y los años y el día de mañana no llegaba.
Hoy, de hecho,
mis padres ya están muertos y el día de mañana aún no ha llegado”.